A estas alturas podemos considerar que miremos donde miremos vamos a encontrar la palabra “marketing” en cualquier rincón. Se puede aplicar a cualquier sector y con cualquier compañero: de contenidos, gastronómico, de influencers… Existe una enorme variedad de tipos de marketing, y cada uno tiene sus características propias que lo hacen diferenciarse del resto. Si bien todos pueden tener una base común, es necesario saber distinguirlos y tratarlos de manera independiente, porque a pesar de sus similitudes, son únicos.
Algo parecido ocurre cuando decidimos irnos de viaje: vemos las opciones, encontramos alguna que otra similitud y descubrimos que cada lugar es único. O mejor dicho, así es como nos los presentan. De esto se encarga el marketing turístico, pero, ¿qué es exactamente? Vamos a descubrirlo.
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Nociones básicas para comenzar
Tal y como podemos suponer por su nombre, se considera una especialización del marketing enfocada hacia el sector y la industria turística: desde el alojamiento hasta el destino deseado, engloba todos los detalles que tienen que ver con las impresiones y sensaciones de los posibles clientes. Todo lo que se relacione con el turismo se verá ligado a este tipo de marketing, centrando su atención en la figura del consumidor.
Gracias al auge de internet y las redes sociales, las opciones turísticas se han disparado: no solo podemos encontrar información y ofertas en centros o agencias de viajes, sino que tenemos a nuestra disposición webs y sitios en línea con información de primera mano, opiniones de clientes que hayan estado e, incluso, vídeos e imágenes grabadas por estos mismos usuarios. Es decir, un aluvión de datos que hay que saber diseccionar y escoger. Lo que supone este hecho es que hay que saber diferenciarse y ofrecer algo distinto al público.
Cómo utilizarlo
Del apartado anterior podemos extraer que la información que queramos la podemos tener al alcance de nuestra mano en apenas segundos, y del tipo que sea. Por eso mismo, se hace indispensable cambiar el enfoque y redirigir los esfuerzos hacia otras fronteras: de lo que se puede ver, a lo que se puede sentir. El marketing turístico utiliza diferentes herramientas para alcanzar dicho planteamiento, por ejemplo:
- Hace de intermediario entre los que puedan ser los posibles clientes y los encargados de centros turísticos, aunque también mejora la relación entre los públicos y establecimientos concretos en los que contratar servicios fuera de ofertas o packs de agencias.
- Realiza una minuciosa labor de investigación ante las posibles preguntas o dudas que puedan asaltar al cliente. Es una tarea de profundización y conocimiento acerca de las necesidades que pueda tener el turista de cara a un viaje, y las posibles soluciones o alternativas que se le puedan ofrecer.
- Evalúa las opciones en relación calidad-precio de los clientes y la empresa en cuestión, procurando conseguir un resultado satisfactorio para ambas partes.
Estas son solo algunas de las tareas que se encarga de realizar, pero podemos señalar muchas más. Sin embargo, hay una en especial que querríamos destacar, y es la venta de los destinos turísticos.
“Vender un destino”
¿Por qué ir a un sitio o a otro? Salvo un par de viajes a lo largo de nuestra vida que solemos tener planeados —o al menos eso parece—, lo normal es que la elección de un sitio u otro se haga principalmente por una sensación: “Este puente me voy a ir a Viena. Me apetece”. No se necesita más que esa primera corazonada para desarrollar todo un proceso de investigación como hemos descrito antes: hoteles, vuelos, restaurantes, monumentos, eventos…
Pero esta decisión, que nosotros pensamos que ha sido nuestra, ha sido influenciada por el marketing turístico. En esto consiste “vender un destino”: no te tienen que avasallar con miles de anuncios y ofertas, sino con aquello que conecte contigo en el momento y lugar adecuados. Un estudio de mercado óptimo para entender por qué la gente de cierta edad decide visitar Viena en determinada época del año; un lead informando sobre las propiedades terapéuticas del agua de Lourdes; o la ruta con las mejores posadas para llegar hasta Santiago. La idea es adaptarse al cliente y a lo que pueda querer.
A esto hay que añadir otro elemento con un alto poder de convicción y que se ha popularizado en los últimos años: los videoblogs. El contenido visual sigue siendo sumamente atractivo a la hora de mostrar y vender algo a otro individuo, especialmente cuando se trata de un lugar en el que va a pasar un tiempo. Por eso mismo, si bien una foto llama la atención, un vídeo resulta una publicidad con más gancho. Pero aquí hemos mencionado el videoblog, y por un motivo muy simple: porque se ha desarrollado una práctica común entre las personas jóvenes —más asiduas a viajar— que consiste en grabar diarios en vídeo sobre sus experiencias y compartirlas por redes sociales.
¿A dónde querrías ir?
Debemos tener muy presente que el marketing turístico pretende alentar al cliente a tomar decisiones, aportando datos e información que le será útil acerca del destino que decida, u ofreciéndole varias opciones diferentes para organizar su propio viaje. También le presta atención a los detalles, no sólo al trayecto, porque entiende que no es marketing de viajes, sino turístico. ¿Qué quiere decir esto? Que vayas dónde vayas y hagas lo que hagas, estará contigo.